Como es costumbre desde hace años, me senté a escuchar mucha música del año: Harry Styles, Taylor Swift, The 1975, arca, Big Thief, Special Interest, Liam Gallagher, Jesse Baez, Alvvays y muchos más. Fue buen año para los oídos y para la industria, sobre todo para la hispana con algunos discos excepcionales que hablan por sí solos. Acá mi TOP 25 con algunos fascinantes, otros mediáticos y otros súper experimentales que me volaron la cabeza.
BONUS 1:
Black Midi – Hellfire
Intenso y delirante, es un gran despilfarro de beats, disonancias, géneros, ritmos y excesos. Por momentos no se sabe qué es lo que está sonando, pero así es la vida no. Un abanico de recursos impredecibles y de inconstantes como Black Midi, quienes en cada disco demuestran apostarle a esa variable donde el rock es un zombie, y con una gran resaca de cadáveres que dejó a su paso. Disco meritorio para abrir la lista.
25. Jenny Hval – Classic Objects
No es extraño que esta noruega esté entre mis discos favoritos. Desde su enigmático Viscera del 2011 y el extrañísimo Innocence is kinky del 2013 se ganó mi corazón por su capacidad experimental y narrativa. Ya le he dedicado artículos y, con este nuevo me volvió a sorprender por su avant garde y art pop. Por cierto, también es novelista.
24. Mitski – Laurel Hell
Su anterior Be the cowboy mostró a Mitski llena de narrativa y creatividad. Para este nuevo, Mitski retoma ese brillo ochentero con el que es fácil apegarse (The Weeknd, Jessie Ware, Beyoncé) y continúa con la exploración melodramática. Sí, las movidas son mejores que las otras. Eso es cierto.
23. Natalia Lafourcade – De todas las flores
No es nada nuevo que la talentosa Natalia sorprenda cada vez que saca disco nuevo. Si bien no es tan sorprendente como su lapidario Hasta la raíz, la mexicana muestra su faceta intimista y madura. Un disco que no solo brilla por el peculiar vocerón y esa facilidad que se le da a componer, sino que nos invita a entrar a su habitación propia con mezcal y flores en mano. Me recordó muchísimo a Juana Molina y Chavela Vargas.
22. Charli XCX – Crash
Sí, hay músicas que no desperdician para nada su gran talento a lo Madonna. Charli es una de ellas. Lejos del pop mainstream, este disco veloz de apenas 33 minutos me resulta un encuadre del Future Nostalgia muy a su manera. Lleno de pop, libre de prejuicios y súper pegajoso, es producto de crecer escuchando Lady Gaga y Britney Spears. Además es súper fresco. Y muy sexy.
21. Daphni – Cherry
A Daphni (Dan Snaith o más conocido por Caribou) le sigo la pista desde hace buen tiempo y ya le he dedicado vastas palabras por su talento y genio creativo. Excelente músico que ha explorado los límites de la electrónica mainstream de festivales. Ya en el 2020, nos dejó su memorable y hermoso Suddenly que metí en mi TOP, pero acá regresa con sonidos muy trippy llenos de texturas. Un disco raro y potente. Lúdico y vertiginoso como toda su vitalidad creativa.
20. Drake – Honestly, Nevermind
Hacedor de grandes éxitos y tendencias, el canadiense la volvió a hacer con este buen disco bailable, que claro, está lejos de sus discos cumbre: More Life, sobretodo. Para este nuevo los efectos del dancefloor le van bien junto al R&B donde no cabe su hip hop intrínseco. Sabemos que no tiene el talento de Kendrick Lamar, pero a ciencia cierta tampoco lo necesita. Hay que darle play y disfrutar plenamente la bailada.
19. The Weekend – DAWN FM
Es inevitable no insertar en charts y listas al fenómeno The Weeknd. Luego de su gran éxito con After Hours, nos deja otro disco intrigante y muy bien producido con hartos referentes a fiesta, sexo y drogas. Como lo escribí en esta nota más profunda, Dawn FM está elegantemente bien narrado y con atisbos a la fórmula que le ha funcionado: Synth Pop pegajoso y mesurado. Un álbum
muy bien producido y con colaboraciones que nadie más puede: Quincy Jones, Beach Boys, Lil Wayne, Tyler The Creator.
18. Babasónicos – Trinchera
No es fácil mantenerse activos en una de las escenas más espectaculares de toda la industria. Y además, con trece discos y una carrera enormísima. Pues los Babasónicos regresan luego de varios años de ausencia y volvieron con pie firme. Trinchera quizá no sea su mejor trabajo, pero vaya que está cargado de expresionismo y muchísima literatura. Eso no es nada nuevo. Sabemos que Adrián Dárgelos, el niño bueno del pop rock argentino, es un excelente letrista y un gran cantante. Pues Trinchera tiene lo suyo y todo lo mejor del kitsch dargeleano. Es sofisticación pop y hedonismo bailable. ¡Cómo no amarlos... si son una joyita pura! Confieso que llevo obsesionado por varios meses con varias tracks. Esa manera de cantar y articular de Adrián es fascinante.
17. Fontaines D.C. – Skinty Fia
Tenía mucho tiempo de no escribir sobre Post Punk Revival y me lo disfruto mucho. En una era de autotune, reguetón y collage el post punk revival se nos quedó olvidado y hacía falta. Pues este disco de los de Dublín me pareció hermoso. Hay mucho de cuidado en cada acorde. Hay delicadeza y destreza, ruido, arpegios y mucha limpieza. Desde que arranca un súbito enjambre de oscuridad te paraliza. Conforme avanza te vas dando cuenta lo buenos que son y lo fascinante que resulta el desprolijo súbito de pedales y la bien ecualizada voz. Hay brillos de The Cure, Kassabian, Oasis, Idles y un desaliñado Interpol. Por momentos pasa de rock a pop y pareciera que toda Irlanda está metida en cada track: desde Ulises o Guiness hasta rugby, pubs y San Patricio. I love you es una excelente track.
16. Mouse & Black Thought – Cheat Codes
Fue un excelente año para el hip hop, y con esta gema de disco vieja escuela, el género les debe un fuerte aplauso a Mouse y Black Thought. Desde rap tradicional hasta funk experimental, estilo Thundercat, el dueto se sumerge en una fluidez de rimas y beats irrepetibles. Pensado a manera de guerrilla hip hop, los samples vuelan y las letras nos van hilvanando un disco redondo y vasto. Las colabs son magistrales: A$AP Rocky, Run The Jewels, MF DOOM, Conway the Machine, Michael Kiwanuka. En apenas 38 minutos hay genialidad alucinante y buena metralleta poética. Discazo. Hipnótico.
15. Trueno – Bien o mal
Qué lindo año para Argentina con Messi a la cabeza, Aznar/Charly tronando en las redes sociales y Trueno rapeando con la Peluso en todos los estéreos. Si bien el disco deja entrever las tantas influencias (Sugar Hill Gang, NWA, Residente, Illya Kuryaki, Kendrick Lamar), lo mejor está escondido en cada una de las letras, que además de poderosas y autoreferenciales, nos acercan a un Trueno vivo y llenito de power, mate y empanada. Definitivamente las colabs son espectaculares y los géneros abundan. 44 minutos llenos de vieja escuela con un sello particular que acuña banderas y pinta barrio a manera de grafitti versátil. Grande, el Trueno, se voló la barda con esta joya. Esperaremos con ansias qué le sigue.
14. Arctic Monkeys – The Car
El disco más esperado y ansiado del año. Para quienes venimos desde Whatever people say... hasta su último Tranquility Base Hotel & Casino, sabemos que los AM se han fortalecido en cada disco. The Car es un ejemplo clarísimo de sofisticación y extrema curadoría de sonidos orquestales. Visto desde el pasado, es un disco sabroso y suavecito. Lejos están aquellos grandes despilfarros de pedales y explosiones en la batería. Todo lo contrario. Acá cada sonido está milimétricamente pensado y puesto en su lugar. La voz de Turner es una caricia y un manojo de poemas exquisitos. Belleza.
13. Denzel Curry – Melt my eyez see your future
Hay discos que son regalos y otros que son como una puerta abierta. Este de DC es las dos cosas. Fluye entre lo conceptual y la introspección. Como manifiesto que es, está lleno de bombas líricas y mimetismo. Desde que empieza sabemos que habrá fuego. Y lo hay. El álbum es incendiario y lo excesivamente maravilloso, es que nunca decae. Lleno de colaboraciones, no tiene nada que temerle al hip hop mainstream. Como una epifanía del gansta hip hop de los noventa (Dr. Dre, Warren G, 50 Cent, Snoop Dogg), el disco revienta rostros sin cuidado ni piedad. Una metralla mutilante de letras y calle. Luego llegás a Zatoichi y te das cuenta que el D&B le queda como anillo al dedo. Como decía antes, es fuego.
12. Bad Bunny – Verano sin ti
Cuando fue el concierto del conejo malo en Guatemala, confirmé lo que ya sabía, tiene a todo el mundo en sus manos y estamos viviendo en su película coreando cada una de las canciones que saca. Contrario a su anterior YHLQMDLG más experimental, que también metí entre mis favoritos del 2020, Verano sin ti es un paisaje pintoresco de cultura pop, collage sintomático de rrss y registro de letras intimistas. Para muchos BB es solo un cantante, yo creo que va más lejos que eso. Piensen en la gran lista de personas involucradas desde su imagen, marketing, arreglistas, producción, etc. El conejo malo es toda una empresa y sus millones de fans son solo tentáculos. Sin parecer retratista, el disco no va para nada mal. No, no es mi género de música ni me sé canciones, pero desde un punto de vista objetivo no es un mal disco. Para nada malo. La única resta es que con 23 tracks ya me parece cansado y ambicioso. Recortar 5 tracks hubiera sido mejor para hacerlo más redondo y menos repetitivo. En cuanto a calidad se nota la producción y el detalle. Hay variedad de géneros y lo celebro. Las colaboraciones también son buenas y le salvan algunas malas jugadas. No será el mejor disco de reguetón, porque sí que hay mejores (Daddy Yankee, Tego Calderón, Ivy Queen, Calle 13), pero de ser el más mediático y al que le metieron más empeño si tiene lo suyo. Lo que sí ya me tiene harto es el autotune y el tonito. No lo condeno, pero sí ya su madre.
BONUS A LA MITAD:
Wet Leg – Wet Leg
Llegamos a la mejor parte del viaje y con esa premisa: Indie Pop Rock bien hecho. Un gran álbum debut de las británicas con harto garage, humor, vintage, energía y belleza. Hay mucha distorsión y shoegaze que por momentos me recuerda a The Breeders y Hole con ese fuego incendiario noventero con líneas de bajo muy Pixies. Me encanta la frescura y la nostalgia de este dueto de amigas, una fórmula que funciona para quienes no vivieron los mejores momentos del post grunge, pero pueden replicarlo en su cabeza. Excelente debut lleno de hype, energía y sexiness.
11. Mabe Fratti – Se ve desde aquí
Definitivamente la querida Mabe sigue en ascenso y creciendo musicalmente. En mi reseña sobre sus discos pasados, escribí que no toda la música es para escucharla, ya que hay música para transportarte. Para sentirla, palparla, verla, olerla, respirarla. La música de Mabe es así. Con su nuevo disco recién salido en octubre, toda la fuerza del chello -su extensión melancólica, lumínica y poderosa-se luce grandemente en cada una de las 9 tracks. Pero no solo eso, sino que vemos a una Mabe decidida en seguir experimentando con las texturas de su voz y demás artilugios sonoros, capas, efectos, pedales, ecos, silencios. Como una poeta de versos cortos, la gran palabra resuena a manera de storytelling y todo lo inunda de inquietudes personales. Desde un sueño la poesía nos desborda, porque el álbum de 38 minutos es eso, un sueño, y hay que tenerlo claro. Un sueño luminoso. Todo juego de experimentación se concreta mucho mejor que sus anteriores. Por momentos parece que la música levita, electriza y abraza. Como un viaje por un bosque de caleidoscopios o un mar que transpira, Se ve desde aquí es un lindo racimo de uvas que adormecen la boca. Gracias miles, Mabe, por regalarnos otro disco hermoso, irregular y mágico.
10. Björk – Fossora
El mundo sin Björk sería muy aburrido y no tendría sentido de exploración sonora. Su manifiesto en Fossora fue de las mejores cosas del 2022. El álbum intenta entretejer muchísimas cosas, pero sobre todo una: la muerte. Conforme avanza el caos empieza a reinar y, puede que ese sea su mayor desacierto. Sin embargo, la islandesa nos cuestiona como siempre lo ha hecho. Por ahí vislumbramos reguetón europeo, furia tribal, magia, eclecticismo, avidez techno, vocalización al límite, sensibilidad oscura, despojo de convencionalismos y torrente de Björk, Björk, Björk. La resiliencia como contraataque a la muerte de su madre, nos permite disfrutar de una gran música que, aunque ya nos dejó claro desde Debut, Post, Homogenic, Vulnicura o el poderoso e imprescindible Vespertine lo más atrevido de la artista más creativa de estos tiempos donde el autotune y las redes sociales van imponiendo menos esmero.
9. Bandalos Chinos – El Big Blue
Qué año más alucinante y espectacular el de Bandalos Chinos. Su gira los llevó de Europa a todo México y Sudamérica. De su visita en Guatemala todos quedamos con el mejor de los recuerdos. Conciertazo y qué lindas personas. Los amé. El Big Blue es una joyita llena de magia, poesía y los mejores secretos orquestados por el gran Adán Jodorowski, con quien tienen una excelente química juntos. Desde que abre el disco, nos subimos a un rollercoaster de influencias, melancolía pop, lirismo potente y excelente instrumentalización a cargo de Tomás, Iñaki, Matti, Nicolás y Salva. Y, por supuesto, la magistral voz de Goyo que lo endulza todo con colochos y poesía. Sin dudas un disco exquisito y de lo mejorcito de la Argentina pop contempo; porque eso es: una gema pop. Como escribí en la nota que me hizo conocerlos, "su nuevo álbum está lleno de tramados interesantes. Hay más madurez y precisión sonora junto a líricas pegajosas. Además de versos para tatuaje". Hay ABBA, George Michael, Pet Shop Boys, Erasure, The Human League, New Order, Charly García, Spinetta. Amor. Qué grandes músicos son. Capos capos.
8. Jorge Drexler – Tinta y Tiempo
Jorge Drexler lo hizo de nuevo. Arrasó con todos los Latin Grammys (7 premios). Sí, era obvio, posó para las fotos sonriendo y luego nos lo contó en sus redes como si no fuera una sorpresa. Y, por si fuera poco, el disco que en apenas 10 canciones con 35 minutos, ha sido la sensación con algunas colaboraciones y una brillante composición desde la música, los arreglos y las letras. Lo ineludible -y que ya sabemos, porque sí- es que desde hace rato se pasó a Sabina, Páez o Cerati como letristas; pero lo de compositor ha sido una hecatombe tal cual Spinetta o más allá de Charly. Él puede hacer lo que quiera con una gran letra porque siempre le encuentra música. Sus letras hablan de lo que sea y eso le da una brillantez única. La de Rubén Blades es una caricia latina, la de C. Tangana es un poema caliente y, el resto, bueno, es exquisitez. El día que lo conocí y vi en vivo supe que su don era incalculable. En El Salvador, hace 5 años. Sigo pensándolo.
7. FKJ – V I N C E N T
A los multi instrumentistas solo los puedo encasillar en una palabra: genios. Pues FKJ tiene harto talento y lo sabe utilizar. En el entramado estrambótico y espacial que es VINCENT todo resulta atmosférico y un arrullo al oído. Desde que abre, la simbiosis de texturas, vasta exploración, sensualidad y un impecable manejo del ritmo; el disco nos sugiere erotismo, aventura y amplitud. Así como un Nils Frahm nos seduce con su minimalismo al piano, Vincent Fenton nos invita a la juerga extasiada de los muchos recursos. Un disco alucinante para coger sabroso o para disfrutarlo en compañía de un guisqui en las rocas o un gin de frutos rojos. De lo mejorcito de los últimos años.
6. C. Tangana – El Madrileño (La Sobremesa)
Es indiscutible el acelere que ha tenido el éxito de El Madrileño. Pero también es una proeza fulminante la de contar mil historias de manera distinta. Así como Bob Dylan, su ídolo de primera fila, el grande C. Tangana nos construye y reconstruye esencia desde distintos primeros planos, todos súper instagrameables, claro; pero también con la sapiencia de quien los relata. ¿Rolas favoritas? Todas. Es un exitazo bien escrito y muy producido al que los años de añejo le harán muy bien. Más que show como el conejo malo, acá sí hay contenido que pesa y bien merecido. 23 tracks en más de una hora poderosa y tremenda. Mucho feelin, mucha vida y muchas mujeres... claro.
5. Kendrick Lamar – Mr. Morale & the Big Steppers
Ya sabemos que este gran rapero y productor se nos desaparece varios años y de repente aparece con una obra maestra como pasó con Good Kid, M.A.A.D City del 2012, el magistral To pimp a butterfly del 2015 o su último DAMN del 2017 que lo hizo ganar un Pulitzer en música tal cual Bob Dylan con su Premio Nobel. Pues su nuevo disco, en la primera escucha, te deja quieto por la gran transgresión de ritmos, géneros, estilos, espesor, honestidad y rítmica de líricas que vuelven a demostrar -como aparece en portada- que es el "mesías del barrio" con corona, pistola y lo más importante: familia. Pues fueron 5 años desde su último y en este interludio hubo bloqueo, terapia e hijos. La terapia sirvió mucho y también el encierro. Nos lo deja clarito en más de 75 minutos que dura esta belleza doble. La hermosa Mother I Sober junto a Beth Gibbons de Portishead es un cataclismo sonoro. Ya me puedo morir, dos ídolos juntos. El resto, solo 100.
4. Beach House – Once Twice Melody
Por primera vez tenemos el panorama completo de lo que es Beach House. Ya no estamos a medias. Este es el sonido dream pop neosicodélico que habían estado buscando por tantos años.
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3. Beyoncé – Renaissance
No hay duda que lo retro sigue en auge, sobre todo pensado como estética de viaje y autenticidad. En este discazo, la Queen Beyoncé, su mercé, diosa poderosa, nos acerca al dance house de los noventa con un ligero twist y homenaje a Diana Ross, Big Freeda, Robin S, SZA, Madonna, Doja Cat, Azealia Banks y todas las mujeres que han hecho música bailable. A lo largo de una hora nos da un paseo y una cátedra vocal que le fluye fácil y potente. Los temas van desde el empoderamiento femenino que es evidente, pero también la vasta sensualidad que irradia del disco dance y el house retro. Letras concisas, buen uso de armonía-melodía. En Break my Soul por ejemplo toma referencias y samples 90s sin miedo a que brillen solos. Igual pasa en otras. Solo puedo imaginar la catársis creativa y el derroche de aciertos de sus productores para unir todas las piezas del rompecabezas. Un álbum con puñado de exitazos. I feel love de Dona Summer al final del disco es un homenaje valiosísimo. Grande, Beyoncé. Y grandes todos los involucrados, que no son menos de 20 y, que le aportan una lista enormísima de géneros desde R&B, funk, pop, trap, etc. Al igual que Rosalía, Beyoncé le apostó al uso del reciclaje y remix para conceptualizar un álbum verdaderamente delicioso y hype.
2. Rosalía – Motomami
Impresionante lo de Rosalía y su collage lleno de tantos valiosísimos aportes. El álbum es yuxtaposición de muchas cosas, mezcla rara de gustos, vivencias, sonidos, rimas, retóricas, interpretaciones, gustos, dinamismos, recuerdos, anécdotas, odios, vínculos, anhelos, etc.
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1. The Smile – A light for attracting attention
Sabemos que todos los proyectos donde esté Thom Yorke involucrado son un viaje sin retorno. Este no es la excepción. Sobre todo porque está su compadre de vida y viaje de hace 30 años Jonny Greenwood, sumado al baterista Tom Skinner con quien fusionaron muy bien –¿por tener casi mismas cualidades de Phil Selway?–. No lo sé muy bien, pero intuyo que ese repique jazzero de fondo le atina muy bien al sonido ecléctico y electrónico que destilan estos musicazos juntos. Empezaron en el 2021 con el proyecto y eso nos reafirma que no es un Atoms for peace o un Thom Yorke solista con sus maravillosos The Eraser, Tomorrow's Modern Boxes o Anima. Acá el sonido es una licuadora de euforia, rabia y melancolía con distorsión, pero sosiego. Trece tracks que exploran lo mejor de la fusión de rock-jazz-postpunk y, además, nos comprometen a un sonido nuevo que no es Radiohead. Todas las tracks son regalos, pero también las que demuestran que esa fórmula les queda como anillo al dedo. Gracias, musicazos.
BONUS FINAL:
Foals – Life is yours
A los Foals de Yannis Philippakis les resulta fácil incorporar todos sus artilugios, dotes y encantos para meterlos al blender creativo y salir ganando con originalidad. Si bien el disco pareciera que suena a algo anterior, ese es su mayor logro porque se acercan al Foals de sus orígenes con ese brillo bailable que les sale con simpleza. ¡Ojo! Simpleza no quiere decir facilón, todo lo contrario. Contagia felicidad y de eso se trata la vida en esta era tan bailable. Cómo no ir a verlos en vivo pronto para corear su gran statement: Life is ours... Bebés de luz.
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